Listín Diario
Aristófanes Urbáez - 5/9/2009
¡Por Dios que nacimos marcados! Eso de “Domoni-canes” o “perros del Señor” (de Dios), que se inventó Duarte, no es más que eso: ¡un invento de un soñador sanguinario y cruel sin piedad! Aquello de J.J. Dessalines, padre de la patria haitiana (hablando como un guacamayo con su bicornio emplumado) de que si existíamos se debía sólo a su misericordia, es cierto.
¡Quién nos mandó a ser mulatos o arrayanos! En este mundo hay que ser negro puro o blanco puro. Eso de F. Henríquez Gratereaux de que “somos blancos de la tierra” porque hablamos español y creemos en Jesucristo, es un cuento de camino. Somos una nación ‘marcada’; una nación que como profetizó el viejo Siso Sánchez “jamás será”. La dominación haitiana de 22 años sobre la parte Este de La Española y los esfuerzos libertarios de menos de 200 mil criollos desperdigados en 50 mil kilómetros cuadrados porque se consideraban distintos, no es más que un cuento del españolito C. Esteban Deive, y nos tales J. Bosch, J. Gabriel García, Cordero Michel y Jimeses-Grullón. ¡Ya lo dijo Hernández Flores!: somos unos flojos que no peleamos na’; fueron “simples escaramuzas” y una oración a la Virgen de la Altagracia, deidad blandengue comparada con deidades venidas de África y su magia blanca.¡Olvídense de eso!
¡No existimos! Dejémosle esto al canciller haitiano, al senador (con menos del 5% de los votos) y a Luís M. Vivanco, de Amnistía Internacional, el primero por descubrir que perdimos la moral y la bondad, el otro, por pedir una lista negra, y el tercero, por reclamar al mundo que “detenga la matanza haitianos en RD” y que nos sancionen (que nos cierren). Los dominicanos inventamos el ‘PerElebrum’ o “suplicio del collar” (colocarle una goma en llamas en el cocote a las gentes y quemarlos vivos); fundamos los “chemires” (bandas paramilitares al servicio del Presidente para asesinar opositores); fuimos pedimos en las elecciones de Haití que los que votaran “se tintarán en los pies”, porque quienes lo hicieran con el dedo serían identificados y descuartizados. “¡En República Dominicana guillotinan haitiano!”, publicó la prensa mundial. No, ¡un haitiano decapitó a un dominicano primero!, y aunque la Ley del Talión es bárbara, dice el rector de la Universidad Católica, que en RD se mata, pero eso de cortar cabezas es costumbre del los haitianos, así como pegarle fuego a los vivos. ¿¡Cómo hacernos si el enemigo está adentro y afuera? ¡Cerremos esto, cojollo!
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