sábado, 10 de enero de 2009

Orlando Dice: Iglesia Católica: El caso haitiano en la frontera

Orlando Gil
Listín Diario
10 de enero de 2009

Los caramelos.

La Iglesia Católica tiene que despabilarse puesto que por estar de “amemada” las transnacionales que se dedican a la religión le están comiendo los caramelos hace tiempo. No puede pensarse que el padre Regino favorece su causa cuando se indaga y la reacción de la población de Dajabón es contraria a acciones como la cometida al dirigir la ocupación de un templo por parte de haitianos indocumentados. Excepto Radio Marién, que es católica, los comentarios de los programas que se transmiten por las demás emisoras, incluyendo estaciones de cable, fueron recriminatorios. Este cura era apreciado en sus inicios, pues su forma abierta (“su tigueraje”) lo acercaba al ciudadano de a pie, pero su comportamiento de los últimos años desdice mucho de esa pastoral. Si se analiza bien, el padre Regino no es más que un buscón, ya que su principal magisterio no es salvar almas, sino atraer al mayor número de haitianos para que crucen la frontera, se establezcan en territorio dominicano y sirvan de peones a los dueños de finca. Si son explotados o no, eso no importa. Lo único que se reclama a quienes alquilan su mano de obra, son carnés de identidad que garanticen su permanencia, de manera que tengan derecho de ocupación y no justicia social. Eso era y lo hacían los traficantes del pasado...
El género.
La población de Dajabón no entiende porqué el padre Regino se maneja como un ente independiente, sin sujeción a reglas o subordinación a estructuras. Incluso, hay quienes se preguntan si realmente pertenece a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Los feligreses comentan entre susurros estas majaderías y los demás curas se callan para no suicidar su propia clase. Los dajaboneros están lejos de la capital, pero conocen casos en que la superioridad actuó para resolver situaciones que no eran las más convenientes. Hay “sacerdotes” que deambulan por parroquias u obispados como El Judío Errante, pues predican un Evangelio equivocado, y la solidaridad de sus iguales tiene límites. Hay seguidores de Dios cuya vocación nunca fue la sacristía, que ni siquiera usan sotana, y que debieran dedicarse a labores sociales o comunitarias, sin usar el hábito para ocultar sus reales intenciones. El padre Las Casas se condolió de los indios, que eran sometidos a tareas de exterminio, y la historia consagra su gran humanidad respecto a los aborígenes. Sin embargo, a largo plazo las consecuencias fueron peores, pues a causa de sus denuncias se introdujo en la Isla el sistema de esclavitud con todos los méritos de la ley antigua. Con razón el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. No siempre el corazón gestiona las mejores salidas...
En creole.
La Iglesia Católica tiene que tomar cartas en el asunto y colocar a cada pastor en el lugar donde sea más útil. Haití es un país desafortunado, por no decir desgraciado, y tal vez se deba a que la adhesión a los manes de sus padres no sea lo más conveniente. El padre Regino sería un excelente servidor de Dios del otro lado de la Isla, si siente tanta devoción por los haitianos. Lo que no puede es seguir teniendo dos feligresías, pues sirve a una y falta a otra. Cuentan (a mi no me lo crean) que el día de la ocupación del templo se murió un señor de la comunidad y hubo que sacarlo varias veces de la iglesia porque los haitianos impidieron que le hicieran una misa. Incluso, el desplante fue mayor, pues hubo eucaristía, pero en creole. Los dominicanos, por tanto, tuvieron que ausentarse y tragarse el agravio. Si esa actuación responde a los intereses de la Iglesia dominicana, que baje Jesucristo y me lo diga. Entretanto, de anomalía en anomalía, se va creando una situación que va más allá de las discordias menores entre haitianos y dominicanos, o entre las ong's que favorecen un estatus privilegiado para los nacionales del vecino país y las autoridades, o la falta de una Ley de migración o su reglamento que no permita las actuales incongruencias. Si los dominicanos de la frontera no pueden alabar a Dios cuando quieran o en el idioma de sus antepasados ¿qué hacer si no buscar otras advocaciones?...

viernes, 9 de enero de 2009

Orlando Dice:

Orlando Gil
Listín Diario
Viernes, 9 de enero de 2009.

El caso de los haitianos: un hecho que no debió ocurrir

Entre las primeras noticias del año 2009 estuvo la ocupación de un templo católico por parte de un grupo de haitianos que demandaba quedarse en territorio nacional a pesar de ser indocumentados o ilegales. La primera información dio la impresión de que era un acto de fuerza, pero a medida que se conocieron detalles, la situación fue esclarecida.

Al frente estaba el padre Regino, que es como decir el dueño de la casa, por lo que su consentimiento cambiaba el carácter de la acción. Después, y con poco hablar, abandonaron el local, sin que hubiera que recurrir al Cesfront, que era el propósito oculto de ese asalto. Los haitianos de por sí fueron más razonables que el cura y comprendieron que no mediaba derecho a su favor. Sin embargo, quedó el precedente.

El hecho no debió haber ocurrido, pues –como parte del desorden que rige en la frontera– hay una especie de acuerdo oficioso para que los haitianos que trabajan en la región puedan salir y volver a final y principio de año. ¿Por qué esta vez intentaron colarse muchos que no formaban parte de ese entendido y fueron apañados por el controvertido jesuita? Simplemente se les da el pie y se toman la mano, creyendo que la sacristía –por impulso de su propio sentido de justicia– no tiene que someterse a los rigores de la ley. La forma es nueva, el contenido es viejo…

El precedente.
Hay que suponer lo que hubiera ocurrido si los haitianos se hubiesen resistido y las autoridades actuado con todo el poder de la ley. La acción de fuerza contra hombres, pero sobre todo mujeres y niños, hubiera convertido el lugar en un remedo de la franja de Gaza. No otra cosa se buscaba: que se recogieran imágenes de arbitrariedades que serían leves o graves dependiendo de la circunstancia o de lo que quisieran provocar los activistas reclutados para la ocasión. Dije semanas atrás que se corría el riesgo de que se intentaran demostraciones a lo Rosa Parks, aquella negra que se negó a cederle su asiento a un blanco en el sur profundo de Estados Unidos. Su carácter se impuso y hoy es una heroína de las luchas por las libertades civiles y la igualdad en Norteamérica.

El día que el haitiano, de manera individual o colectiva, se resista a montarse en “la camiona”, la Ley de Migración, con o sin reglamento, dejará de ser importante, pues será sustituida por situaciones de hecho. La ocupación del templo fue un intento que por fallido no deja de ser un antecedente que tendrá efectos en el futuro. Todo es un primer día, y con ese patrocinio, nadie puede apostar al porvenir, pues ahora salieron por las buenas, pero hubo que negociar, y de negociación en negociación se impondrá un resultado permanente…

El apoyo.
El padre Regino habla con la suficiencia que le da sentirse apoyado por los obispos de la región, que aprueban sus majaderías. Incluso, no es nada nuevo, y responde al esquema de poder de la Iglesia que se divide en provincias y cada cual ejerce en la suya de manera absoluta. Lo mismo sucedió con los sacerdotes Christopher Hertley en el Este y Pierre Riquoy en el sur, quienes a pesar de ser extranjeros y ser sembradores de odio entre haitianos y dominicanos, fueron protegidos por sus respectivos obispos, que aplicaban de manera caprichosa el predicamento de “ dar a Dios lo que es Dios y al César lo que es del César ”.

Las almas de los haitianos son de Dios y la única forma de salvarlas es teniendo claro su estatuto de ciudadano, aun cuando hayan nacido de aquel lado de la Isla. Falta ver es si la autonomía de los obispos y sus subordinados de las parroquias del país les permite actuar al margen de la Pastoral sobre Haití suscrita hace años por la Conferencia del Episcopado Dominicano. Y lo digo porque de seguro que no abogaba por la ocupación de templos para forzar situaciones de hecho. Aunque la Iglesia que no es de la frontera debiera recordar el pasaje en que Jesús le pregunta a Pedro: “¿Me amas? Apacientas mis ovejas…”, y se lo dijo tres veces, de manera que no hubiera dudas de su deseo. Y que sepa, apacentar no es sublevar…