Antes que nada, a los que leen este blog les ofrezco mis disculpas por el tiempo que estuve alejado . Es que después de la derrota de Mitt Romney, se me hizo un poco desinteresado escribir…
Pero bueno, ese no es el punto. Voy a hablar de mi visita a Haití durante el fin de semana que recién se acabó.
Al sobrevolar la ciudad de Puerto Príncipe, lo primero que vi fue la deforestación de esta, y la cantidad de casitas concentradas en pequeños espacios, y el desorden imperante en las calles, que cada vez era mayor a medida que nos adentrábamos en la ciudad camino al hotel.
Siempre escuché hablar de que en Haití no hay clase media, y no comprendía. Ahora sí lo comprendo. En Haití no hay brechas, sólo extremos.
La división de las clases:
Alta (extremadamente alta) y la baja (muy baja).
Esta división se da hasta en lo geográfico, pues en lo alto de las montañas viven los ricos, y en la parte baja de la ciudad los pobres. No vi carros usados en buenas condiciones, sino carros o nuevos o viejos. Nada intermedio.
El transporte público es en unas camionetas que le colocan sobre la cama un techito y varios bancos para sentarse o unas guaguas –muy decoradas por cierto—que no le cabe una mano de pintura o un adorno más.
Algo que nos sorprendió a todos, fue ver a los cascos azules. Quizás nunca pensamos cuando iniciamos en los Modelos de Naciones Unidas que de estos cascos azules, de los que hablábamos en el Consejo de Seguridad, Asamblea General…. Iban a estar justo en frente de nosotros o que íbamos a estar en un país con una Misión Estabilizadora de la ONU. Fue muy gratificante esta experiencia.
Algunos al principio temían que les fuera a pasar algo, nunca lo tuve, siempre me han gustado las zonas conflictivas. No escondo mis deseos de poder visitar Palestina, Ruanda, Irak… Ver con mis propios ojos, lo que quizás los noticieros maquillan –CNN--.
La única experiencia que puedo decir de algo de inseguridad de Haití, fue cuando íbamos camino a la Embajada Dominicana el sábado en la noche, que frente a nuestro bus se estacionó una jeepeta y llegaron otras dos de la que se desmontaron soldados con ametralladoras y lo encañonaron y acto seguido, de un callejón salió un hombre con una pistola a ver qué pasaba. No pasó de ahí.
Lo más gratificante, fue ver a más de 500 jóvenes haitianos de clase alta y baja, de bachillerato y universidad, todos juntos, en un mismo salón. Esta primera Conferencia Haitiana de Simulación de Naciones Unidas, fue todo un éxito, los estudiantes y profesores estaban muy agradecidos, porque por fin a Haití había llegado algo alternativo a lo mismo de siempre. Por fin, podían simular una Organización con una gran incidencia dentro de su país. El esfuerzo, hecho por esos estudiantes, superó mis expectativas.
Bon travai!
Bon travai!