martes, 28 de abril de 2009

El cuarto color.

No es algo nuevo ni tampoco desconocido. Si usted ha estado en República Dominicana sabrá a qué me refiero. Iniciaré esto como una especie de propuestas a las autoridades, basado en el día a día, principalmente en nuestra ciudad capital.

Sucede que cuando uno está manejando en las congestionadas y desordenadas (Oh! Fenatrano ¿será tu culpa? ) calles de Santo Domingo, los semáforos -como en todas partes del mundo donde hayan- tienen 3 colores, definidos por Wikipedia de la siguiente forma:

"Cuando se ilumina, el rojo indica a los vehículos y a los peatones que paren, el ámbar que estén alerta –tanto cuando las luces están cambiando a verde como cuando están cambiando a rojo- y el verde que pueden continuar."

Por si acaso, el ámbar es amarillo...

Pues bien, el verde se respeta a medias porque o se paran a recoger pasajeros o entonces avanzan a 1km/h, PERO la cosa cambia cuando se trata de uno de los otros dos, y les pondré una intersección de ejemplo, y no diciendo que es la única, puesto que es difícil establecer en cuál no se hace esto. En la Ave. México esq. Av. Máximo Gómez, cuando uno está específicamente en la México, y cambia a verde el semáforo a mi favor, hay que esperar 6 ó 7 segundos más a que los de la Máximo Gómez DECIDAN ver el semáforo y darse cuenta que ha cambiado a ROJO, y si hay un agente de la eficiente (sarcásticamente) AMET, es mejor aún, porque no hacen NADA (Ay!!!! si yo intento mirar mi celular ahí si vienen ellos muy prepotenticos a multar), y eso es loque no entiendo ni lograré entender.

¿No hay autoridad aquí ya?, pues entonces les hago la recomendación de que para no quedar de ridículos al no poder controlar el tránsito, que se inventen un nuevo color para los semáforos (Elijan el que más les guste), y de ahora en adelante sería: Verde para que siga, Amarillo de que acelere, rojo de acelere que se le acaba el tiempo, y un nuevo color de PARE.

Ustedes sabrán... y como sé que no me harán caso, pues no me queda nada más que seguir intentando manejar en el desórden de nuestras calles, viendo como los sub-humanos de los choferes del tránsito público hacen y deshacen sin control....

lunes, 13 de abril de 2009

Un “No” rotundo a la legalización del aborto

Editorial Listín Diario
13 de abril de 2009

En la tradición o cultura y en los valores mismos de esta nación nunca ha tenido cabida la idea de legalizar las prácticas abortivas, por el simple gusto de una madre.

El aborto provocado es, en esencia, un crimen, una forma más de matar a un ser viviente.

Hay grupos, en distintas partes del mundo, pretendiendo que se reconozca el supuesto “derecho” que tiene una mujer (derecho que jamás Dios le ha dado a sus criaturas) de hacer trizas el feto no deseado y para eso proponen legislaciones que, disfrazando semánticamente los principios jurídicos o morales envueltos en la cuestión, abren la vía a este tipo de asesinatos.

Nadie tiene derecho a disponer de la vida de otro, ni la madre ni el padre, sean cuales sean las razones o los pretextos que se invoquen.

Hay circunstancias atenuantes, como una razón eminentemente de peligro para la madre o la criatura, o una de ellas, o en casos de accidentes, en las que se admite el aborto. Pero los nuevos defensores de la doctrina abortista quieren que el permiso valga para todo momento. Es decir, cuando a una mujer le venga en ganas triturar o expulsar el feto que lo haga, sin importar las consecuencias. En este caso, solo se le reconocería este “derecho” a la mujer, nunca al padre, que también puso de su parte en esa vida que se quiere tronchar.

“No matarás” es un mandamiento claro e inequívoco. Ningún ser humano está autorizado a matar. El espíritu de ese mandato está reflejado, sin lugar a dudas, en el nuevo proyecto de reforma constitucional, que consagra la protección de la vida desde su concepción hasta la muerte. Creemos que debe mantenerse tal cual, sin alteraciones caprichosas, como las que pretenden algunos legisladores y grupos de mujeres y organizaciones bien financiadas para esparcir alevosamente por el mundo su “cultura de la muerte”.